Valeria Bueno Alba
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¿Mi verde será el verde que tu ves?
no lo sabré, pero ambos cohabitamos
con el péndulo que se mueve en complicidad
con el universo, somos arrastrados por las mismas miserias,
por la esclavitud de nuestras neuronas
gobernadas por mentes que idearon
el contexto perfecto para amansar
mentes idiotas, que se ciñen al influjo
de leer un evangelio, de escuchar
el discurso de un político mediocre,
de aceptar sin cuestión las reglas sociales.
¿Tus flores y mis flores tendrán el mismo aroma?
No lo sabré, sólo contemplo desde la casa
donde la angustia se despierta,
la prisa del hombre por abortar su naturaleza,
el espasmo se eleva en el asta de mi conciencia,
el afán por destruir lo inevitable, lo innegable,
es como correr pensando en dejar atrás
nuestra sombra, bajo la punzante luz del sol.
¿El sabor de las almendras sabrá
igual en tu paladar y en el mío?
No lo sabré, pero buscamos a toda hora,
en cualquier rincón sin aire, en las mentes vacías,
debajo del doblez de la razón o bajo del puño lascivo
de lo que se cree es la verdad, al culpable,
al animal que pudo transgredir tu identidad,
a quien irrumpe y apresa así nuestro libre albedrío,
es merecedor de las siete plagas y de todas
las torturas posibles y de la ira del gigante.
Buscas a la bestia imperdonable que ha saboteado
la esencia del hombre desde que existe,
esa bestia que manchó todos los muros de rojo rencor,
sopló en tus poros azufre envenenando tu sangre
y aquella que dejó la huella de un tridente de piedra
en el hueco donde estaba el pedestal de tu creación.
Muéstrame tus manos, extiéndelas, suéltalas…
Están manchadas de rojo rencor,
hay restos en ellas de azufre
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