Valeria Paola Bueno Alba, nació en Victoria de Durango, Durango, e ingresó al taller de literatura de la Casa de la Cultura este semestre.
Felicidad indeseable
Valeria Paola Bueno Alba
Me llora la felicidad por no conocerme, ¡bendita fortuna!,
que innobles deseos míos por no acostumbrar mi paladar a tus mieles,
me cuesta montañas entenderte,
ven a verme pero no te acomodes en mis huecos,
moja mis labios con tu bondad, déjame tu olor regado por aquí,
suelta un poco de tu ser y dámelo a probar,
sólo un poco pues no quiero saciarme.
Cuando más oscura sea mi noche, hazme saber
que si quiero puedo tenerte, asoma un halo de
esperanza ante mi decadencia y cuando
le dé vuelta a mi muerte no dudes en
confundirte entre las tinieblas y marcharte.
Si te tuviera completa sería olas de fuego y aire de azufre,
inexplicable como un desierto de odio y un oasis de envidia,
desastroso como mares de ácido y lluvia de flagelos.
Contigo hasta mi deseo de morir sería diferente,
porque al no poder regocijarme con tu presencia
quiero morir con la intención de ir a buscarte
y estrechar tu misterio, iré a donde nunca he ido,
al mundo de las ánimas perpetuas, pero si te aferras a mí,
la intención de morir se volverá fácil y querré sucumbir
ante todo lo que de vida se trate; porque enigma por descubrir
ya no tendré y la Piedra Filosofal habré descubierto.
Felicidad, encontrarte y no dejar que te alojes
en la oquedad de mis poros, me salva,
sólo te inhalo largamente y te despido con nostalgia,esperando el momento para volver a besar tu alma.
Felicidad indeseable
Valeria Paola Bueno Alba
Me llora la felicidad por no conocerme, ¡bendita fortuna!,
que innobles deseos míos por no acostumbrar mi paladar a tus mieles,
me cuesta montañas entenderte,
ven a verme pero no te acomodes en mis huecos,
moja mis labios con tu bondad, déjame tu olor regado por aquí,
suelta un poco de tu ser y dámelo a probar,
sólo un poco pues no quiero saciarme.
Cuando más oscura sea mi noche, hazme saber
que si quiero puedo tenerte, asoma un halo de
esperanza ante mi decadencia y cuando
le dé vuelta a mi muerte no dudes en
confundirte entre las tinieblas y marcharte.
Si te tuviera completa sería olas de fuego y aire de azufre,
inexplicable como un desierto de odio y un oasis de envidia,
desastroso como mares de ácido y lluvia de flagelos.
Contigo hasta mi deseo de morir sería diferente,
porque al no poder regocijarme con tu presencia
quiero morir con la intención de ir a buscarte
y estrechar tu misterio, iré a donde nunca he ido,
al mundo de las ánimas perpetuas, pero si te aferras a mí,
la intención de morir se volverá fácil y querré sucumbir
ante todo lo que de vida se trate; porque enigma por descubrir
ya no tendré y la Piedra Filosofal habré descubierto.
Felicidad, encontrarte y no dejar que te alojes
en la oquedad de mis poros, me salva,
sólo te inhalo largamente y te despido con nostalgia,esperando el momento para volver a besar tu alma.
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Yo me quedo
Yo me quedo
Valeria Paola Bueno Alba
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Todo pasa, yo me quedo.
Florece el campo, se marchita, se muda, y yo me quedo.
El sol pasea, la luna mengua, el suelo se quiebra.
Maldito tiempo que se olvidó de mí.
El mendigo se hizo rico, al poeta se le agotaros las palabras
y hasta a Dios se le acabó la fe.
Perverso el tiempo que al verme pasó de largo; él se va, yo me quedo.
El fuego hela, el niño mata, el santo peca,
el ateo reza, el dolor se goza, tú regresas,
el amor pesa… y yo sigo prisionera.
Es el tiempo que se burla de mí.
Todos van, yo me quedo.
Los iguales se aman, los ladrones son libres,
el muerto reencarna, el sabio yerra,
el mundo llega a su fin; y yo sigo quieta,
con mis ojos de inocencia y mis manos con su miedo y su torpeza.
Todos van y vienen; yo sigo aquí.
Todos viven, yo sólo espero al tiempo… al tiempo que no viví.
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Confusión desesperada
Valeria Paola Bueno Alba
Todo pasa, yo me quedo.
Florece el campo, se marchita, se muda, y yo me quedo.
El sol pasea, la luna mengua, el suelo se quiebra.
Maldito tiempo que se olvidó de mí.
El mendigo se hizo rico, al poeta se le agotaros las palabras
y hasta a Dios se le acabó la fe.
Perverso el tiempo que al verme pasó de largo; él se va, yo me quedo.
El fuego hela, el niño mata, el santo peca,
el ateo reza, el dolor se goza, tú regresas,
el amor pesa… y yo sigo prisionera.
Es el tiempo que se burla de mí.
Todos van, yo me quedo.
Los iguales se aman, los ladrones son libres,
el muerto reencarna, el sabio yerra,
el mundo llega a su fin; y yo sigo quieta,
con mis ojos de inocencia y mis manos con su miedo y su torpeza.
Todos van y vienen; yo sigo aquí.
Todos viven, yo sólo espero al tiempo… al tiempo que no viví.
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Confusión desesperada
Valeria Paola Bueno Alba
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Soy náufrago ciego en la inmensidad de tu
indolencia desbordada, casi inhumana,
esperanzada a que un buen día quieras encallar
en mi presencia desfallecida.
Guardé mi voluntad extinta;
la doblé y empaqué como equipaje de mi
dignidad y la arrojé al pozo de las emociones clausuradas.
Polvo de purpurina verteré en la manía de la espera,
con jirones pedregosos voy a contener la ilusión que se escapa
de los poros contiguos a la voluntad que calcina,
ansiosa de que pase como el tiempo
cuando no se sabe su existencia.
Vida efervescente hecha de tempestades
hiladas jugando a inmiscuirse en recovecos
ensimismada en tan terca vejación
de dejar sentimientos en ruinas.
La concavidad del deseo rema en el océano de miedos,
me postra ante al filo de mi locura innecesaria,
muerdo la angustia de tener la respuesta a mis fracasos.
Sepulto desahuciada con el furor del alba,
los retoños del declive de mi sustancia
que ayer esculpí con acordes para su reposo.
Soy vulnerable como la piel al escozor,
como hojas en otoño al viento, como la libertad
ungida con alcoholes de moral.
La canícula me quema la conciencia
siento la vida que en mí reinventa,
Nunca antes asimilé las señales terminantes
de mi conciencia domesticada que crujía
en la estructura de mi sentimientos,
tan lejanos a lo que deberían ser hoy.
Soy náufrago ciego en la inmensidad de tu
indolencia desbordada, casi inhumana,
esperanzada a que un buen día quieras encallar
en mi presencia desfallecida.
Guardé mi voluntad extinta;
la doblé y empaqué como equipaje de mi
dignidad y la arrojé al pozo de las emociones clausuradas.
Polvo de purpurina verteré en la manía de la espera,
con jirones pedregosos voy a contener la ilusión que se escapa
de los poros contiguos a la voluntad que calcina,
ansiosa de que pase como el tiempo
cuando no se sabe su existencia.
Vida efervescente hecha de tempestades
hiladas jugando a inmiscuirse en recovecos
ensimismada en tan terca vejación
de dejar sentimientos en ruinas.
La concavidad del deseo rema en el océano de miedos,
me postra ante al filo de mi locura innecesaria,
muerdo la angustia de tener la respuesta a mis fracasos.
Sepulto desahuciada con el furor del alba,
los retoños del declive de mi sustancia
que ayer esculpí con acordes para su reposo.
Soy vulnerable como la piel al escozor,
como hojas en otoño al viento, como la libertad
ungida con alcoholes de moral.
La canícula me quema la conciencia
siento la vida que en mí reinventa,
Nunca antes asimilé las señales terminantes
de mi conciencia domesticada que crujía
en la estructura de mi sentimientos,
tan lejanos a lo que deberían ser hoy.
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