jueves, 16 de octubre de 2008

▒La cigarra

LA CIGARRA CIBERNÉTICA.



Hace aproximadamente veinte años, antes de que la tecnología Internet fuera tan accesible, éramos un grupo de aficionados a las letras, pertenecientes al Taller de Literatura de la Casa de la Cultura de Durango; entonces teníamos sueños de llegar a “las grandes ligas” como los tenemos hasta ahora. Pertenecemos, a las generaciones de los 80’, los 90´ el 2000 y continuamos incubando sueños como antecesores y precursores de las letras durangueñas.

Muchos de los que han pasado por este Taller están ahora en los primeros escalones, otros en los intermedios y, los más, continuamos en la faena de lograr la primera publicación, el primer premio o, en última instancia, la condición para asumirnos poetas, cuentistas, novelistas, “literatos” pues, sin que se nos tache de presuntuosos o sentirnos fantoches ante nosotros mismos. Somos de edades, ideales, estilos y sueños diferentes pero siempre apuntalando hacia el futuro, y tenemos la convicción de que llegaremos a la meta que nos hemos pronosticado…

Administrador y editor:

Guillermo Romo De Los Reyes

Maestra del taller de Literatura:

Leticia Salazar Castañeda

AUTORES:

Leticia Salazar Castañeda

Guillermo Romo De Los Reyes

Patricia Sánchez

Lizeth Mancinas

Yadira Margarita Núñez Meneses

Estela Blake Gómez

Ángela Rosas

Valeria Bueno Alba

▒Leticia Salazar Castañeda



Leticia Salazar Castañeda


Nació en Fco. I. Madero Dgo., en 1950.
Cursó sólo hasta el nivel de Secundaria
Ha sido maestra y coordinadora del Taller de Literatura de la Casa de la Cultura de Durango durante 16 años. Ha impartido la materia de literatura en escuelas y universidades independientes. Ha sido jurado en múltiples concursos literarios Estatales y Nacionales. Ha prologado y presentado numerosos libros de escritores durangueños y de otros estados. Ha recibido reconocimientos de parte de instituciones y grupos culturales. Ha dirigido las revistas “Cordillera”, “Continta”, “La cigarra”
Es miembro fundador de la revista “Contraseña”.
Es Instructora Estatal del “Programa Nacional de Salas de Lectura (CONACULTA)
Miembro fundador de la “Sociedad de Escritores de Durango”; actualmente socia fundadora de la “Red de Escritores de Durango”, donde es miembro del Consejo Editorial. Practica todos los géneros; su biografía aparece en el Diccionario Bibliográfico de Escritores de México, editado por el INBA en 1994

Premios:

Tercer lugar en el Concurso de Poesía DIF. Estatal, 1990.
Mención, en el Concurso Estatal de Novela Carlos Estrada, 1997.
Premio Estatal de Poesía Olga Arias, 1998.
Premio Estatal de Poesía Silvestre Revueltas, 1999.
Premio Estatal de Cuento Mª. Elvira Bermúdez, 2000.
Premio Internacional de Poesía Erótica y Amatoria, 2001, Brasil Brasilia.

Su poesía es seleccionada para tres antologías de Poetas Contemporáneos
Latinoamericana: (2002 a 2005) “Letras derramadas”; “Entre siglos-2”; “Letras de Babel”, todas con traducción al portugués.
Su obra aparece en 12 antologías de escritores durangueños, entre ellas, “La sed y el agua”, editada por la UNAM

Entre sus libros publicados se encuentran:
· Voz de poeta
· De siglo en siglo
· Siroco
· Piel y sombra
· Pájaro sin Parvada ni horizonte
· Poemas de los sueños y los espejos
· Bernabé
· El canto de Teresa
· El pasado es mañana
En abril de 2008 ha quedado finalista de novela en el “1er Certamen de Narrativa Universal”, convocado por la editora “Punto y aparte” en España.

▒Guillermo Romo De Los Reyes

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¿Soñando?
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Álvaro Alvarado Álvarez, se econtraba frente a su ordenador; había finalizado el libro que tardó años en escribir, se podía respirar la felicidad que emanaba de su computadora; había sido tiempo arduo pero al fin lo había conseguido: beber el sueño de su vida. Después de todo, no siempre un joven de 18 años puede escribir un libro;así que se sentía como fiera liberada después de muchos años. Presentó su libro a su hermana Griselda para que le diera su opinión, tres días después su hermana le dijo: ¡es una aberración!, Álvaro volvió a la computadora y cambió el final de su historia, a lo que su hermana dijo: - esta mejor, pero puede mejorar-. De nuevo el futuro escritor cambió el final. Entonces Griselda le acondejó que la muerte de la protagonista debía ser más trágica, pues era lo más debíl de argumento, incluso le dio tres o cuatro maneras de matarla.
A la mañana siguiente, Álvaro Alvarado Álvarez fue a la habitación de su hermana para mostrarle cómo había cambiado la forma de morir de la protagonista. Griselda yacía sobre su lecho con el cuello reventado y la sangre cubriendo casi todo su cuerpo...
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Detrás del negro.
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Guillermo Romo De Los Reyes.
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Juré no regresar a la oscuridad
pero al estar en ella
es fácil ocultarse en su espinazo
¿los recuerdos me dejaron ciego?
Sólo se que penumbras ocupan mis venas
como cuervos indagando en mi fantasma
Un suspiro me mantiene vivo
En la oscuridad se nace con facultad de vivir
mas no de crecer
Cuando intento elevarme hay un fulgor de frente
un segundo después
retorno al negro que me ilumina.
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▒Citlali

▒Patricia Sánchez

Poesía
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Patricia Sánchez
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Tú hablas de la nada
y a mi me gusta el Todo

Tú escribiendo sombras
me dejas iluminada

Lo blanco tú
lo negro yo

Tú en tiempos pasados
¡Yo, el futuro soñado!

¡Tú la izquierda!
¡yo derecha!

Tú la lucha
...yo la espera

Pero cuando juntos

asidos de manos

los ojos

bien abiertos de ambos

de la luz y la sombra

¡Un día integramos!

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Ven

¿Dónde amado mío estás?
te busco dentro.

Del hoy al ayer vas
haciéndote recuerdo.

Te quiero amar
de tí marcar mi cuerpo
y tu te vas.

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Perdóname

En la subasta continua
¿Quién da más en esta vida?
¿Las manos amigas ó...
la naturaleza su arte?
¿Los labios que dan sonrisas
ó quien te enseña al dañarte?
¡da más el amor de quien
se ha atrevido a perdonarte!

▒Lizeth Mancinas



DÉJAME SOÑAR


Lizeth Mancinas


El roce de tus manos provoca la chispa que enciende mi columna vertebral.
Tu calor se abraza al color de mi sangre.
Quiero que me toques, que tu ternura escuche mi secreto.
Acércate más, mi aliento murmura tu nombre.
Albergo fuego desde mi cabeza hasta mi pelvis.
Esta miel es para ti, amor.
La humedad entre mis piernas quiere abrir paso

a la lujuria atrapada en mi piel.
Ven, abrázame, déjame beber de tu saliva.
Besa mi cuello, mi boca.
Déjame degustar tu deseo, probar de tu carne.
Quiero escuchar cómo se violentan tus adentros.
Rompe mis barreras, libera mis gemidos.
Tócame, expande tus dedos, mi centro es tu refugio.
Te pertenezco desde siempre.
Tus ojos arden, no me ven, tu cuerpo en movimiento
le da vida a mis labios.
Déjame tocarte, quiero comerte.
Nademos en sudor.
Quiero sentirte dentro, quédate aquí, mis ganas explotan.
Así, más dentro, soy tuya, te pertenezco.
Mi cuerpo se fragmenta, una yaga ardiente espera tus sentidos.
Se como pez que muerde el anzuelo.
Un grito desborda mi memoria.
No se quien soy, pronuncia mi nombre, cerca, más cerca.
Pídeme lo que quieras, gástame.
Mis dedos rasguñan tu espalda.
Tus labios alcanzan mis senos.
Eres el refugio que alberga mis deseos.
Llévame contigo, desnuda mi libertad.
Pierdo el sentido, te siento.
La miel entre mis piernas se desborda.
Soy una contigo, me quedo sin aire.
Muero, renuncio, exhalo.
Tus ojos acarician mi locura.
La intensidad disminuye.
La delicia de tu savia, en mí descansa.
Suelto mi cuerpo, me cuelgo de tu pecho.
El descanso delira en latidos de tu corazón.
Abrázame, acaríciame, quiero seguir soñando.

▒Margarita Ruíz


Destiempo

Yadira Margarita Núñez Meneses



En un cuartucho de paredes desgastadas, una araña desciende cautelosa de su elástico sedal acechando, con sus cuatro pares de ojos, a la posible presa: una mosca que zigzagueaba sobre una cama sucia y distendida. En una esquina de la habitación, sobre una mesa de madera roída, hay un pan mohoso cuyas migas esparcidas por el piso son robadas por un enjambre de insectos que a paso marcial avanzan en fila hasta perderse en un orificio entre la pared. Una palomilla vuela alrededor de un foco, quemándose cada vez que lo toca, pero no cesa su intento de llegar a la luz.
Sin advertir el espectáculo artrópodo, Rufino divagaba, con la vista perdida en lo profundo de una mancha freudiana, trazada por el abandono y la humedad, sobre el muro. El tiempo parece suspendido; el reloj, que cuelga muerto sobre la pared, marca siempre la misma hora.
El sol es devorado por los edificios de la urbe. La noche surge tan oscura que la misma luna teme aparecer.
Por afuera de la ventana se alcanzan a escuchar voces de borrachos que emergen de las fauces de una cantina, con sus cerebros digeridos por la saliva de caña.
Rufino sigue en su letargo.
Se escuchan pasos fuera del edificio, inadvertidos para Rufino, como ese día en que fue feliz y su memoria no recuerda.
Su rostro de pronto se tensa haciendo sus facciones disformes, como si un espectro de lo más profundo de los infiernos se le hubiera aparecido frente a frente. La faz de Rufino se pone sudorosa y se frota las manos mientras camina de un lado a otro tropezando con la basura diseminada por el piso. Una pestilencia impregnaba el ambiente; no se sabría si era la rata muerta detrás de la estufa, el alimento echado a perder dentro del refrigerador en desuso por falta de energía eléctrica o la combinación de ambos. El hombre se derrumba sobre la silla que esta frente a la cama, se inclina hacia delante, pone los codos sobre las piernas y descansa su rostro entre las manos, ocultándole sus pesadillas a un espejo roto, que descubría observándolo cada vez que volteaba a verlo.
De pronto, Rufino, como un resorte se alza de su asiento y levanta el colchón de la cama recorriendo la base con la vista; mas al parecer no obtiene lo que busca y deja caer el colchón en su lugar. Luego va hacia el buró situado en un extremo de la cama y abre el primer cajón, toma al vuelo los objetos que contiene y los arroja al piso con furia; hace lo mismo con los cajones restantes, el último que tampoco contiene lo que busca, es arrojado contra la pared con tal fuerza que la araña deja de devorar a su presa para huir despavorida y desaparecer en un orificio del muro. Rufino lanza una especie de alarido y se jala el cabello como si quisiera arrancárselo. En eso mira el refrigerador, sus ojos se iluminan, su garganta emite un ruido como el graznar de los cuervos, al parecer un intento de regocijo. Se dirige remiso hacia él, sus pasos son vacilantes y torpes. Abre el cajón legumbrero lentamente, una paloma pasa por su ventana algo lerda, golpeando el vidrio, Rufino se estremece y su piel se pone de gallina. Mete la mano al cajón
Sus ojos se iluminan y en su rostro aparece una mueca retorcida. Toma un pequeño revolver y percatándose de que esta cargado lo guardó en la bolsa derecha de su chamarra. Sale de la habitación. Baja rápidamente las escaleras hasta el primer piso, se dirige a la puerta principal sobreprotegida con tablas horizontales, saca primero la cabeza y al ver la calle desierta sale del edificio. Camina apresurado volviendo constantemente la cabeza. Con la mano en la bolsa de la chamarra, aprieta el arma con fuerza.
Así cavilaba mientras se dirigía a su destino, miraba a las personas a su alrededor y sentía que lo culpaban por un delito que aun no sucedía, pero que había cometido muchas veces en su cabeza. Su pie derecho trató de regresar, pero su pie izquierdo siempre fue más fuerte y no lo dejó.
Sólo quedaba una calle para llegar al negocio del prestamista. Los segundos se volvieron horas, todo parecía ir en cámara lenta. Apretó con más fuerza la pistola, como si sostuviera su vida en ella. Al bajar la banqueta para cruzar la avenida un rechinar de llantas sobre el pavimento lo hizo salir de su reflexión. Un Mustang negro pareció salir de la nada. Al verlo, Rufino sonrió y extendió sus brazos como queriendo abrazarlo. El auto lo golpeó tan fuerte que lo hizo volar por los aires. Rufino cayó a mitad de la calle; ahí quedó bañado en sangre y con el cráneo destrozado…
Lo último que vio fue al prestamista salir de su negocio, cerrando la puerta tras de sí y llevando una bolsa de lona bajo el brazo.



▒Estela Blake Gómez


Estela Blake Gómez
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POEMA 1.


En el espejo de agua, descansa el dragón
erecto que Freud alimentará
Mi puerta vigorosa acoge el talle de tus labios
en ensueño sacerdotal donde no cabe cuarteadura
ni resentimiento
Mi cuerpo olvida respirar en la idiotez bacanal del abrazo
Decapitando mi vientre prominente de tu casa profunda en insurrecta
Ahí donde salivar mandrágoras era mi sueño
encanezco y habito descalza en el diluvio sin más compañía que una taza, una cama y mi familia mordiendo mi poesía.


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▒Ángela Rosas


ÁNGELA ROSAS

LABOR LITERARIA:
  • Miembro activo de la Sociedad de Escritores de Durango, A.C.
  • Maestra Normalista con Licenciatura en la UPN. Colaboradora en diversos Periódicos y revistas
  • Directora fundadora del a Revista “Tay Xibcam -Fuego Nuevo”
  • Directora Fundadora De La Revista Cultural Sindical “Nosotros”


  • Directora fundadora de la Revista “Renovación” de la Del. DI-IV de jubilados y Pensionados de la Sección 12 del SNTE de 1997 a 2007
  • Colaboradora editorialista de la Revista “Actualidades Femeninas” de 2002 a 2005 Correctora y Colaboradora en el libro de “Leyendas de Durango”, Vol. 5

  • Recopiladora y Participante en la Antología Poética de Maestros Jubilados y Pensionados “Inspiración en el Ocaso”

  • Participante en el Libro “Durango, voces en Lontananza” del 1er Certamen Literario Cecilia Ramírez Piña” 2003 en la categoría de Crónica

  • Sus Cuentos han sido publicados en las antologías “Juan Soriano en Durango” y “La Cópula de las Cigarras” de Guillermo Samperio.

  • Colaboradora en el Poemario “Poesía Viva, Poetas vivos”

  • En la Semana de las letras del IMAC en diciembre de 2007 presentó la novela “Los Fragmentos de Cristal”

PREMIOS:

  • Primer Lugar en el Concurso de Calaveras Organizado por la Casa de la Cultura 1987
  • Tercer Lugar en el Concurso Estatal de Ensayo “Testimonio de la Labor del Maestro”, en el Edo de Zac. Diciembre de 2001
  • Primer Lugar en el Concurso Estatal “Creando Historia Para Jóvenes” organizado por el ISSSTE en 1996
  • Primer Lugar en el Concurso Estatal “Creando Historia Para Jóvenes” organizado por el ISSSTE en 1997
  • Primer Lugar en Cuento en el Concurso del ICED Tonalco1999
  • Mención Honorífica en el Concurso Nacional Cómo Aprendí a ser Maestro organizado por el SNTE en Noviembre de 2000

  • Primer Lugar Nacional de Literatura en los XX Juegos Nacionales Culturales de los Trabajadores Ricardo Flores Magón 1998


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ROJO ES EL JUEGO
Ángela Rosas



Casi oscurece, la plaza de armas está llena de gente como cada domingo; sin embargo, en la esquina suroeste se empieza a caldear el aire; algo flota en el ambiente, los niños pequeños que juegan cerca se alejan de él al otro extremo, quizá guiados por su instinto. Grupos de jóvenes empiezan a reunirse. La mayoría viste con cierta peculiaridad, pantalones negros de mezclilla; negras también son las playeras, de modo que los uniforman; el motivo grabado en el pecho varía, esqueletos, calaveras, flamas encendidas, motos, siluetas de cantantes famosos, frases irreverentes; puede leerse en sus torsos. Cabelleras largas, en hombres y mujeres, algunos lucen el pelo en crestas de color verde, naranja, rojo.

Un grupo de adolescentes se ha apartado hacia la fuente y se tiran sobre el cuidado pasto que la rodea; sus melenas les cubren el rostro. Muchachos y muchachas ambiguos, con un toque de feminidad indefinible pero de apariencia frágil y cuidada.

El sol se esconde cumplido su horario como cualquier burócrata cansado. Las nubes pasan a tonos violetas que desaparecen en el horizonte hasta perderse en el azul oscuro de la noche. Las luminarias bañan de luz los rostros de los jóvenes en cuyos cuerpos empiezan a brillar metales, anillos enormes en los dedos, pulseras con picos en las muñecas, navajas de muelle en las manos.

Maten a un emo, se escucha como un rumor.

Los que agreden son casi niños. Muecas de odio distorsionan los rasgos adolescentes. Van hacia el grupo unisex que se refugia entre los arbustos y la fuente.

El ataque y la desbandada empiezan al mismo tiempo. Con desgano, los frágiles huyen. Los persiguen en desproporción numérica, cada uno es seguido por una o dos decenas de atacantes.

Los acorralan contra los muros de cantera de los edificios que enmarcan el cuadro de la plaza, empiezan a patear, a golpear. Gritan como salvajes.

Un adolescente de playera rosa y pantalón entallado es el primero en caer. Se escucha su gemido. Aquí estoy, mátenme, eso quiero. Como enjambre, lo cubren de golpes un montón de muchachos vestidos de negro.

Hace poco que han dejado los juguetes y su instinto lúdico retorna para convertirlos en bárbaros. Armados con picos y artefactos punzantes dan estocadas y golpes a los indefensos del otro grupo que tratan de cubrir su rostro con resignada calma.

Las camisetas sudadas se les pegan como segunda piel, salpicada de sangre. Nadie toma ni un segundo para recuperar el aliento.

Llegan más en oleadas, sin dar tregua a los que se han convertido en víctimas. Atacan en espiral diabólica, golpeando, destrozando, buscando sangre.

Los paseantes que han presenciado la pelea llaman por celulares a la policía. Varias patrullas llegan derrapando y hacen despliegue de fuerza con luces y sirenas. La plaza de armas se impregna de irrealidad. ¿Están dentro de una película de acción? Otros de los perseguidos caen, todos contra ellos, patadas, golpes y maldiciones. Los uniformados propician la desbandada. Atrapan a muchos pero como si estuvieran cubiertos de sustancias resbalosas, se les escapan, no pueden subirlos a las patrullas; no obstante, pronto llenan los vehículos con esas escurridizas criaturas que semejan sardinas al través de las ventanillas.

Una joven menuda y esbelta, vestida de negro, con dos pearsings, -aretes- en el labio inferior, choca con un joven que carga mochila y guitarra; lo mira al través de la cortina de cabello semejante a alas de cuervo que cubre su rostro infantil. Sin mediar palabras, lo besa en la boca. Luego se aleja como el resto de jóvenes que corren para escapar de los policías.

Siete adolescentes ensangrentados y semi inconscientes, son recogidos en ambulancias de la Cruz Roja. Los demás desaparecen por las calles entre el saturado tráfico del cierre de los comercios aledaños.

▒Valeria Bueno Alba




Valeria Paola Bueno Alba, nació en Victoria de Durango, Durango, e ingresó al taller de literatura de la Casa de la Cultura este semestre.

Felicidad indeseable
Valeria Paola Bueno Alba


Me llora la felicidad por no conocerme, ¡bendita fortuna!,
que innobles deseos míos por no acostumbrar mi paladar a tus mieles,
me cuesta montañas entenderte,
ven a verme pero no te acomodes en mis huecos,
moja mis labios con tu bondad, déjame tu olor regado por aquí,
suelta un poco de tu ser y dámelo a probar,
sólo un poco pues no quiero saciarme.
Cuando más oscura sea mi noche, hazme saber
que si quiero puedo tenerte, asoma un halo de
esperanza ante mi decadencia y cuando
le dé vuelta a mi muerte no dudes en
confundirte entre las tinieblas y marcharte.
Si te tuviera completa sería olas de fuego y aire de azufre,
inexplicable como un desierto de odio y un oasis de envidia,
desastroso como mares de ácido y lluvia de flagelos.
Contigo hasta mi deseo de morir sería diferente,
porque al no poder regocijarme con tu presencia
quiero morir con la intención de ir a buscarte
y estrechar tu misterio, iré a donde nunca he ido,
al mundo de las ánimas perpetuas, pero si te aferras a mí,
la intención de morir se volverá fácil y querré sucumbir
ante todo lo que de vida se trate; porque enigma por descubrir
ya no tendré y la Piedra Filosofal habré descubierto.
Felicidad, encontrarte y no dejar que te alojes
en la oquedad de mis poros, me salva,
sólo te inhalo largamente y te despido con nostalgia,esperando el momento para volver a besar tu
alma.
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Yo me quedo
Valeria Paola Bueno Alba
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Todo pasa, yo me quedo.
Florece el campo, se marchita, se muda, y yo me quedo.
El sol pasea, la luna mengua, el suelo se quiebra.
Maldito tiempo que se olvidó de mí.
El mendigo se hizo rico, al poeta se le agotaros las palabras
y hasta a Dios se le acabó la fe.
Perverso el tiempo que al verme pasó de largo; él se va, yo me quedo.
El fuego hela, el niño mata, el santo peca,
el ateo reza, el dolor se goza, tú regresas,
el amor pesa… y yo sigo prisionera.
Es el tiempo que se burla de mí.
Todos van, yo me quedo.
Los iguales se aman, los ladrones son libres,
el muerto reencarna, el sabio yerra,
el mundo llega a su fin; y yo sigo quieta,
con mis ojos de inocencia y mis manos con su miedo y su torpeza.
Todos van y vienen; yo sigo aquí.
Todos viven, yo sólo espero al tiempo… al tiempo que
no viví
.

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Confusión desesperada
Valeria Paola Bueno Alba
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Soy náufrago ciego en la inmensidad de tu
indolencia desbordada, casi inhumana,
esperanzada a que un buen día quieras encallar
en mi presencia desfallecida.
Guardé mi voluntad extinta;
la doblé y empaqué como equipaje de mi
dignidad y la arrojé al pozo de las emociones clausuradas.
Polvo de purpurina verteré en la manía de la espera,
con jirones pedregosos voy a contener la ilusión que se escapa
de los poros contiguos a la voluntad que calcina,
ansiosa de que pase como el tiempo
cuando no se sabe su existencia.
Vida efervescente hecha de tempestades
hiladas jugando a inmiscuirse en recovecos
ensimismada en tan terca vejación
de dejar sentimientos en ruinas.
La concavidad del deseo rema en el océano de miedos,
me postra ante al filo de mi locura innecesaria,
muerdo la angustia de tener la respuesta a mis fracasos.
Sepulto desahuciada con el furor del alba,
los retoños del declive de mi sustancia
que ayer esculpí con acordes para su reposo.
Soy vulnerable como la piel al escozor,
como hojas en otoño al viento, como la libertad
ungida con alcoholes de moral.
La canícula me quema la conciencia
siento la vida que en mí reinventa,
Nunca antes asimilé las señales terminantes
de mi conciencia domesticada que crujía
en la estructura de mi sentimientos,
tan lejanos a lo que deberían ser hoy.

▒Leticia Salazar Castañeda

ELIANA.

Leticia Salazar Castañeda
-
Eliana sale cada día a descubrir el cuarto creciente de sus misterios
Entró a la vida abriendo las hojas de todas sus ventanas
Eliana es un durazno mestizo con redondez de luna y una voluntad de
[todos los demonios
Amanece y viste sus aspas de retaguardia por que aún no usa máscara,
por eso el rostro de Eliana enseña un boceto de fastidio que le legó la infancia
[y su mirada es un esbozo de estrellas en evolución.
Eliana ama la vida por que en ella existen García Márquez y la Banda
[del Recodo
Ama los gatos,
los perros,
los caballos,
y los juicios mercantiles cuando los gana,
pero sobre todo ama a Andrés
Eliana tiene un dilema:
quiere un hijo para adorarlo y sentirse mujer,
no lo quiere por temor a verlo sufrir
-navega en este dilema sin saber que ya esta resuelto-
Eliana es inevitable desierto y agua, inevitable sombra y luz,
su rumbo es el norte de nuestra barbarie
Eso duele, porque Eliana es mi hija,
y se ha propuesto a ser mi compañera de viaje.
Muy a su pesar, llegaré primero,
entonces ella será testigo de otras vidas, otras pendejadas.
Entonces Eliana usará las máscaras de su propio dolor...

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LA MUERTE ES UN GRITO


Leticia Salazar Castañeda


poema ganador del premio internacional de poesía erótica y amatoria en Brasilia, Brasil.

Cómo disgregar esta muerte,
su delirio como un relámpago.
Cómo ahuyentar su abismo en el fondo marino de cada quien,
su candor silencioso reflejado en las tumbas de la memoria,
con qué aullidos disuadirla.

Qué haré con este miedo creciendo en el hueco de mis manos,
estancia que gesta mi locura protegida por la luz de unos ojos.

Cómo existir este día sin tus tempestades,
esta hora que no quiere tripulante en sus entrañas,
sólo nombrar el deseo,
los anhelos de los que crecen con los sueños,
adivinar las flores que revientan en la esperanza de los otros
los que no mueren,
los que hacen de la vida su pasatiempo favorito.

Dime con qué blasfemias postergar este amor,
con qué oraciones llevarlo hasta las corrientes de tu sangre,
al firmamento de tus dedos,
a la risa de pájaros ocultos en tantas madrugadas.

Sé que la muerte es un grito y callo para no morir,
escondo mi verdad de náufrago en esta agua donde mar y llanto
[son lo mismo,
donde todos los ojos arden en sus cuencas y labios dicen la palabra
[que ayer desconocían.
Mientras yo busco poemas que lleguen a la cumbre del mundo,
al monte de tus manos.

Los guiños de la gente me hablan de sucesos venidos a nada,
de tu muerte hecha profecía en el recuerdo.

Hay tanto sosiego en la mezquita de tu devoción,
Tanta paz que alguna vez repartimos en las ilusiones de los hombres.
Fui yo quien descubrió los santuarios de tu pecho y te respiró la sangre
[que se volvió a mi casa,
tu caverna de fiera solitaria fue el lugar más siniestro de mis confusiones.
Juntos hicimos caminos con la anchura exacta de nuestras huellas,
formé tu cuerpo a la medida de mis brazos con esa analogía de nuestras
[fuerzas contrarias,
nuestras geometrías de mujer y hombre.
Juntos frente a frente nos hacíamos muro para no dejarnos ver el dolor humano,
el hambre, la guerra, las heridas,
juntos atrapamos multitudes y caminamos con su fatalidad a cuestas,
fuimos el reverso de su fanatismo,
de sus luces ciegas.

Por las noches callo para no morir porque la muerte es un grito,
callo hasta explotar en el silencio y hacer del eco un silbido que nos una,
que nos levante de nuevo al anónimo de nuestros nombres.

Esta quietud respira por tu pensamiento,
borra mis versos en la penumbra donde habitas esta soledad inmensa,
esta procesión de acciones cotidianas.

Sí pudiera decir algo de los muertos...
- de tu prolongación en esta savia que es mi existencia-
Sólo sabemos de su silencio,
de su ausencia en la inmediatez de las pupilas,
el frío de sus espejos,
su materia metafísica a media tarde cuando más duelen las heridas.

La casa es tan grande sin tu respiración,
sigue derramándose tu risa sobre el plano improvisado de mis lágrimas,
también aprendo a maldecir y en ello se me va tu nombre reclamando la
[ancestral costumbre de que alguien mes responda.

¿de qué tragedia desconocida,
de qué milagrosos designios sale tu fantasma como un pavor enardecido,
como un miedo capaza de sobrecojer a cualquiera?
Callo para no morir... Gira tu esencia entre los vivos y jadeo en ese vértigo sin más apoyo que mi fantasía

Cae la lluvia en este lado del mundo,
en el otro quizá comience una fiesta,
un lunes,
un concierto de Rock,
aquí sólo llueve en tu nombre y en tu nombre invito otra ronda sobre mi
[mesa de alcoholes rodeada de presencias extrañas.

Hace frío este febrero,
en los otros no sé lo que pase,
aquí hay algo en sus aires desatando los instintos,
algo que grita el vacío de los que se van sin despedirse pensando que
[su cuenta está saldada.

No sabía de los exilios que ahora defino como el mal de los amantes,
ni de este monólogo aumentando mis adicciones ante el mundo,
ni de mis aberraciones,
ni de mis desvaríos en una isla que jamás sabe uno dónde termina.

¿Hacía dónde emigran los muertos?
¿Qué rumbos solitarios los contienen que no vienen a contarlo?
¿Qué tormentos pulen sus olvidos?

Duele a la noche la incógnita de tu muerte pero no develará tu misterio
[para quejarse,
le tiembla la luz del relámpago y el destello de la cigarra que en la distancia
[se reconocen,
y yo imagino que ahí estas tú, con tu morboso complejo de Dios queriendo
[alumbrar el mundo como alumbraste mi vida.

Miro los espejos que forman esta metrópoli:
veinte pisos de espejos alientan mi tentación,
pero debo callar para no morir,
mi grito lanzaría millones de esquirlas al viento:
decapitación en masa sería la historia de la humanidad.
Mejor respiro para destruir sosegadamente,
después de todo quizá la estética me salve,
por eso he descartado una bala en la cabeza, en el corazón, en mí misma,
[y callo para no morir...

A mi paso la calle gime por sus heridas de asfalto y no puedo concebir
[que una mueca tuya se refleje en los muros en lugar de un cigarrillo,
o que tu voz cante al amor plagiando un promocional de tecnología “Internet”,
o que esta vía de concreto convierta unos metros en filo de espada sólo
[por que me faltan tus manos.

¿recuerdas aquél ojo cíclope resguardando nuestra casa?
¿recuerdas que éramos extraños pero un día al no encontrarnos nos faltó
[la mitad de nosotros mismos?

Tu muerte tiene fauces,
y yo soy un molusco en agonía orbitando esta habitación llena de objetos
[que sufren tu ausencia.
Se duelen las cosas de esta casa:
padece vahídos el espejo
los focos se quejan de ceguera –parecen andropáusicos-
tu ropa gotea pausadamente en los armarios,
la madera cruje por los nudos cancerosos.

Imagino tu fantasma y apareces,
cual niña regañada me acurruco entre tus brazos y enseguida me despiertan
[tus juegos perversos, la luz de tus luciérnagas.
Llegas infinito hasta mis manos y el miedo se vuelve broma en este cuenco deshabitado.

Te imagino en el momento diminuto,
ahí encarcelo tu luz,
tu néctar
tus estaciones,
tu resplandor en esa historia que nos repetíamos a diario y yo me buscaba
[en el asombro de mí misma.

Éramos inocentes en aquél tiempo,
una fiesta nos crecía cual color portentoso de la vida,
traíamos liturgias en los brazos,
pecados en el alma
cargábamos sueños en la cruz de una hechicería permanente.

Un día moriste y la existencia se me volvió tu muerte,
y tuve que inventarme otra historia...

Desde entonces he inventado tantas historias con el mismo mito tatuándome el rostro
con la misma erosión que ya no da para milagros...

En nuestro tálamo un libro con olor a sexo duerme el sueño de los justos.
La casa está revuelta ,
sin discriminación alguna
y sé que tengo pedacitos de noche bajo mis ojos.
Amanezco, no sé por qué misterio, bañada en tu sangre que anida las aguas
[de este mundo.
Todo es sangre desde el día que abriste un grifo en tu cabeza y el rojo salió despavorido.
Desde entonces los días corren tras de mi con su pincel en la mano,
creen que soy muro y quieren dibujarme pesadillas, alcoholes, soledades...
quieren pintarme un suicidio insospechado,
una trampa de amarguras en el alma,
una bala de plata sobre mi cuerpo de loba.

Mas yo copio en blanco mis verdades:
¡que sea blanca la pendejada de tu muerte!
¡que sea falso mi dolor en esta carne de arena que se desploma!

Que se escuche mi blanco sólo,
sin tu cuerpo podrido bajo las sábanas llamándome estrella, sonrisa,
[mientras yo sácieme llorosa en tu putrefacción repitiendo
[nuestros nombres en diminutivo,
con el “ito” que agotó el lenguaje de nuestros días y hoy es filo en la parte
[madura de mis tímpanos,
una calamidad que jamás hubiera imaginado a pesar de nuestros nombres,
nuestros cuerpos,
nuestro nihilismo.

El día que moriste mi dolor desató un viento huracanado,
los perros aullaron en los patios vecinos esa madrugada,
anocheció de pronto y aún no puedo vislumbrar el margen de aquél río,
aquella arboleda cómplice de tu esperma, tus neuronas y las mías.

Recuerdo que ahí inauguramos a ciegas los solares de nuestra adolescencia,
ahí festejamos la verdad de aquel cuento de reyes y princesas que había sido
[desde siempre nuestra pregunta,
ahí fuimos el punto cierto de nuestra vida custodiados por el celo de muchos ahuehuetes.

¿por qué tus preguntas ocurrieron siempre en los planos de la noche?
¿por qué no me dijiste que una empuñadura te reía cada amanecer a pesar
[de nuestras quimeras?

La mañana que te fuiste basto mi silencio para unirme al dolor del mundo,
tuve que vestirme y acercarme a su miseria desconocida hasta entonces,
desde ese día escurro su verdad con la misma capacidad inadvertida y dolorosa,
con su mismo enigma petrificado en la mirada.

A veces pienso que tu muerte es un recuerdo que no pude haber vivido y que
[una constelación equivocada me lo puso en la memoria,
pero una fisura incurable te nombra,
alude a tu elipsis con lenta mecanografía ,
pronuncia tu gravedad,
tu historia irremediable.

He barbechado la espera...
el tiempo es un minuto de silencio a punto de culminar,
absorta reúno las frágiles siluetas que ocasionas en este abandono
[de clamor ineludible.
Algo ha dejado de existir en el interior de mi reflejo dividido.

¡Pero cómo gritar esta muerte y no morir!
¿Con qué inadvertida voz lanzarla al vacío sin que despeñe las estrellas?
¿Qué resonancia debiera inventar mi grito para no violentar los cielos,
[donde quizá estás tú gritando nuestras muertes y resurrecciones?
¡Adónde se van los muertos...!
¡Qué senderos trazados por los dedos de Dios nos muestran su destino!

Intento conquistar tus luciérnagas pero jamás supe de dónde te llegaba su luz,
ni aquella libertad que nos temblaba bajo las sábanas.
Sólo sé de este grito al alcance de la muerte,
y callo para no suicidar al mundo.

El reflejo de tus lunas se ha formado en abismo,
en un desfiladero que no permite descansar las voces que me conjugan
[en el verbo de grito,
un verbo capaz de adivinar las intenciones,
los deseos que asfixian,
las ansías que se atoran en los umbrales de cada madrugada cuando
[despierto nudo ciego en la maldición de tu muerte,
y vuelvo a ser mi grito mudo que agoniza,
mi dolor carente de sonidos,
mis ganas de asesinar al mundo ,
tus lunas,
tus luciérnagas...
pero callo para no morir,
por que la muerte es un grito....